sábado, 10 de enero de 2009

Art of Mr. Selfdestruction and Mr. Redemption II


Encontré a Ruán más saludable que antes, más favorecido con la vida y sé que mucho se lo debemos a su mujer, a esa bella voz que contesta cuando ellos no estan, entonces la voz cálida sale desde una maquinita que contesta para que uno entonces deje el mensaje.

-...Hola...ahhhh soy Nin...Reznor... tu oveja descarriada, la que te llevó hace poco la tesis, ya sabes la tesis aquella de Nietzsche. Por cierto feliz navidad, llamo porque mmm... pues quería saber si ya leíste algo de lo que te dejé la última vez ya que he realizado muchas correcciones y quisiera llevartelas mañana, entonces vuelvo a llamar, si, bueno, adiós.

Es tan difícil hablar verbalmente con artilugios mecánicos...en cambio uno llega a las pantallas en blanco y aquello del block funciona, es una terapia a la inmunidad virtual del vacío, hablamos con la nada y ella nos regresa en forma de mensajes multiformes una respuesta donde el eco sólo es la voz disonante de ese abismo que nos escucha sin resabios ni fronteras, aquí desplegamos todas las voces, incluso aquellas que desde hace milenios se quedaron olvidadas en las cavernas de nuestra trepidaria razón voluntaria.


Nin observa esa blancura ignominiosa, abominable, llena de vértigo y posibilidades infinitas.
El día que hagamos "boom" no quedará ninguna huella ni registro, ¿acaso los nuevos cavernicolas tendrán idea de cómo leer las usb que se rescaten o encuentren 200 años después de la hecatombe? Quizá los sobrevivientes hagan de la nada una nueva digitación suprema y entonces por arte de magia la evolución funcione y haga su salto mortal, entonces las bacterias y nosotros seremos amigas, sin saber cuál de nosotras causa más caos, más vida, más destrucción y arte.

Es una de las pocas consolaciones metafísicas que le quedan a uno, pensar en la masiva aniquilación del hombre, pensar no sólo en su muerte como concepto y fin sino ante todo en el desafío que es imaginar algún sobreviviente y el retorno de lo mismo con sus inaúditas diferencias.


Mientras llega la emancipación del caos y lo simplifica todo, Nin cuestiona por qué los más imposibles señores llegan a su vida, por qué es que no puede olvidar su manía de coleccionar almas extrañas, amorfas, tan ilusorias como su racionalidad, como su deseo de seguridad extrema, ¿es que no han comprendido nada en estos millones de vidas que hemos alcanzado como humanidad? De pronto des seres igual de fascinantes han colapsado en su galaxia, ella sonríe mientras observa sus fotografías, sus memorias, sus devaneos con todo ese circo de presencias fantasmales.


El Sr. emperador, el rey de los feudos ricos y las certezas proféticas arriva con todas sus monedas, con sus manos de Midas volviendo a su alrededor todo brillante y multifacético. El búfalo sonríe desde su escóndite pero comete el error de permitir a la maga una lectura en sus adentros y entonces aparece el Diablo, Mefisto con su eterna creencia en el conocimiento como poder, en la manipulación, en el arte del monopolio y las cadenas. Luego aparecerá la otra cara, rostro aventejado y moralino de un hombre que se cree haber alcanzado el puente entre el oro y la espiritualidad... creerse un maestro, un profeta, elegido de grandes ensoñaciones, pero a todo esto llegará el envíado del sacrificio, el bufón cósmico que se deja colgar de algún árbol seco y entonces pugna su batalla entre lo bueno y el desfavorable mito de que ni siquiera lo que brilla es tan significativo como aquello que oscurece los espejos y las contradicciones mismas.


He ahí que el Mr., Redemption ha hecho de los días un correr inexpresable, una laboriosa conflagración de rayos metaforicos pero resulta que Nin no soporta la soberbia ni los dejos de poder, mucho menos aún que se vanaglorien del universo para luego ceder a la fatúa introspección indeseable, desperdiciar una de sus noches en el mutis silencioso del Rey que no ha sido invitado a los banquetes de la cortesana... demasiado para un instinto tan irrevocable como el de Reznor, quien no soporta desplantes si no son estos ante sala al más infame placer, sin embargo todo queda apenas dibujado, algo así como un signo de posible comunicación, de dicha obnubilada por el tiempo.


Luego el Mr. selfdestruction hace su aparición después de 8 años de conocimiento velado, de mostrarse sólo a través del pensamiento y las palabras. El Sr. de la destrucción se descubre a sí mismo con una intensidad alada, como un rostro de buho que observa todo con una ironía mordaz en las pupilas que enceguecen lo que desea, pues cada cosa que él absorbe con los ojos es deglutada enseguida. Resulta que el Sr. es un paranoico insufrible, una depresión que se controla desde un tablero bien diseñado para autoconvencerse de que la fiera no es otro que la razón en búsqueda de evolución perpetúa. Entonces él debe asesinar cualquier clase de deseo pues nada más que su propia crítica infinita puede causarle un placer controlado, una especie de red de aterrizaje para sus grandes vuelos fuera del castillo medieval en que ha logrado convertir su mente. Es un ave de rápiña acostumbrada a cazar dentro de su propio jardín, es un Dr. Frankestein creando monstruos que habiten sus pasillos porque sin el miedo no tendría nada y se daría cuenta de los terribles vacíos y de lo inservible que es su razón para aquellos instántes donde deja de mentirse a sí mismo, donde la música, el arte, lo abstracto de su propio destello lo llevan a la asimilación discordante del ser que no existe sino por el sentido que se le otorga desde la mismidad, desde la juventud perdida y aniquilidad de un hombre que se ha autocreado como cárcel de un sí mismo potencialmente poderoso, pero sabemos que la genialidad a veces termina siendo estupidez irrelevante.

Las transformaciones de Nin son absolutas, así que su apasionamiento frugal es desterrado y observa con ojos entrecerrados las fotografías que pronto habrán de surcar mares, océanos, playas y acordes; nadie podría imaginar lo que ella busca, ni siquiera su propia voz reinante. Lo cierto es que en cada hallazgo hay un delicioso desaire provocado por la imbecilidad de la especie humana. Todos han creído que sus personajes son más reales que la esencia de donde han podido surgir, lo cierto es que no ha conocido nadie que revele su "no-origen", pues la mayoría sigue confortablemente agradecido con la verdad y con los territorios que pueden hacer sentir la agradable sensación de progreso, veleidad, causa, efecto, dominio; la mayoría se postula aún creyente de estas sensaciones, de estas verdades impuestas desde la conciencia de una comunicación que sólo depende de los otros, de aquellos con quienes se relacione el sujeto que sin nadie a bordo deja de existir. En el caso de los autodestructivos y neuróticos resulta que esa mirada no es otra sino la de la esquizofrenia, ¿cómo dejar entonces que otra mirada que no sea una de las mías venga a programar mis acciones, más aún cómo pretender que las otras miradas son reales si prefiero seguir pensando que mi razón es absoluta y en ella puedo confiar hasta el hastío mismo de la más adorable indiferencia?


Nin se delita con las dos historias encontradas, con los dos reyes, con la tierra y con su cielo, con la constatación de que la rudeza a veces viene de una cierta incocencia soberbiamente audaz y que el mayor intelecto a veces sólo esconde una perversa incapacidad para vivir sino es a través de fortalezas y puentes levadizos por los que nadie más que la mente y su razón misma habrá de transitar.


Nin adorablemente abandonada se ríe, se estira y desviste sobre la cama que jamás ha pensado compartir. Sin embargo piensa en el acuario, en sus manos que buscan incansables, en su mirada extasiada en deseos y en la conversación que han tenido después de compartir esos orgasmos por medio de los besos, las inflamables fricciones a través de las ropas y confesiones que se han hecho de nuevo, después de dos años. Esta vez ha sido la quinta, ella sabe perfectamente donde esta el punto de explosión, el desague, la cloaca. Él también sabe medir las consecuencias de lo infrecuente y le dice que estas extraordinarias coincidencias pasarán no tanto como sería deseable pero que acaso por ello él puede siempre desear un encuentro así de improbable y por tanto avasallador.


"No es necesario que comencemos a mentirnos", Nin se pone el pantalón negro y la camiseta roja que había escogido para crear alguna combustión en los cuernos de las cabras, sin embargo es el aire y la espada de acuario quienes ondean su deseo observando como ella se desliza entre ensoñaciones. Seguramente no habrá otro amante más revelador que el acuariano y por ello debemos brindar esta noche en que las tormentas han dejado electricidad en el aire. La luna llena en cáncer me recuerda que nunca nada jamás será como aparenta y que los deseos de nutrir, de protección y crecimiento que uno guarda para sus primogénitos es mero instinto de conservación que compartimos como especie.

Sea pues el brindis una celebración constante por la creación renaciente del caos y la destrucción incesante del orden que hace redentorio cualquier desliz de la razón imaginaria...

Le tragedi del moderato cantabile avec le redentori plasir del nouve annui.

lunes, 5 de enero de 2009

Nine inches down: art of selfdestruction I.

La carretera se va haciendo cada vez más fluida, así como su pensamiento gira y regresa sin cansancio; las manos al volante van cediendo al disfrute de la velocidad que debe ser disminuida en cada curva, sin embargo la aguja no baja de 110km por hora y la distancia parece más corta que nunca.

Son las 11:00 y va casi media hr retrasada, lo cual no es sopresa, pues el tiempo no es algo que anteponga -como tampoco los otros compromisos con la invisibilidad- o con las rutas definidas de los acuerdos convencionales. No tener miedo sino sólo una leve prudencia atenuada por la rútina y los goces breves son condiciones que producen en ella un cosquilleo cuando esta a punto de romperlo todo.
No usar nada debajo, sino sólo esos listones que ha cosido a su piel, esas cintas rojas que se enroscan en sus piernas recordandole que Alicia surgió precisamente ahí hace 10 años... ha pasado el tiempo insondable y en el comienzo de un año que promete desgracias y resplandores; ella lleva la música hasta el tono incandescente, siente la vibración en los oídos, el calor casi perceptible de la voz que desgarra una letra que trasciende su mente con afiladas palabras y ritmos que podrían ser tan sólo producciones segmentarias, huecas y policromes, un derretimiento de sonidos industriales que van subiendo su escala hasta llegar al grito pleno del vocalista, es así que ella corea la canción y sin sentirlo su pie va dando cada vez más fuerza al acelerador, cuando nota la dificultad para tomar la nueva curva se da cuenta de la nueva marca: 160km... los señalamientos dicen un límite de 90, frena un poco y aprieta los dedos sobre el volante, no debe arriesgarse, ya hay dos cosas que seguramente se postulan en contra de cualquier percance legal: la licencia que nunca fue a conseguir después de la multa por darse una vuelta en zona prohibida y sus placas del D.F., más sus lentes oscuros y su vestido rojo sangre, más su prisa y desdén para cualquier autoridad con cara de cerdo sudoroso y hambriento.

Recordó aquel día en que un estúpido poli con cara de sacerdote pedofilo le pidió sus "documentos", se comenzó a reir sola y notó que por fin la tensión en su espalda iba disipandose, ya había llamado a la mujer de Ruán para decirle que iba tarde, que el tráfico en el camino era descomunal y es que eso de viajar el tercer día de un año nuevo no era detalle sencillo, tendría que esperarla unos 25 o 30 minutos, pero conociendo a Ruán eso sería quizá hasta oportuno, pues a él tampoco le gustaba eso de llegar a la hora exacta. La mujer con voz cálida y llena de encanto le dijo que no había problema, que ella podría avisarle para que entonces él no tuviese que esperar, que manejara tranquila. No tenía el gusto de conocer a esa mujer dueña del hombre más interesante y terrenal, ese hombre que a ella le había transmitido el gusto por las terribles conquistas intelectuales. Entonces se imaginó que le hubiera dicho Ruán a un policia cuando estaba a punto de quitarle no sólo la licencia sino también el vehículo por no traer el registro ni nada que confirmara su pertenencia. Sonrío otra vez e imaginó el rostro rubicundo del doctor en filosofía, sus ojos perspicaces delimitando la inteligencia del sujeto con uniforme café y casco beish, el rodeo que daría para por fin dejar salir su ronca voz y explicarle que eso era precisamente lo que debía hacer pero que quizá comprendería lo especial de una circunstancia urgente.

Ella había sido francamente despota con el policia, le había incluso contestado de mala gana preguntandole si le iba a quitar el coche o no, para entonces llamar a su abogado que era nada menos que... mencionó el nombre conocido, el que acababa de salir en los periódicos. Luego con fastidió le comentó que además el coche estaba a nombre de su primo, que podrían llamarle del cel para que él le explicase por qué demonios aún no le mandaba el registro y los papeles para ocasiones como esas.

¿No sabe usted leer los letreros? ahí dice que no debe dar vuelta en U y creame SRITA. que es muy peligroso, si no la detengo seguro causa un accidente, así pasa cada semana, alguno no hace caso se avienta y mire que luego andan todos apurados, ya ve que le hago un favor, esto es más grave de lo que se imagina.

La mirada debajo de sus lentes era un fuego desatado, algo así como un deseo de volver cenizas al poli tan sólo con sus ojos, pero en verdad tenía cara de moralista mal pagado y ella si por algo había cometido la infracción era porque iba con demasiada prisa, la urgencia la podía sentir justo en medio de todo el azar que había provocado el presentimiento de ese acontecimiento tan curioso y a la vez inoportuno. Obsevó al policia queriendo encontrar un signo para medir su paciencia, su grado de corruptibilidad y su nivel de ego ó valor, la cara era simplemente la de un hombre que hacia su trabajo lo mejor posible y que seguro quería su mordida como cualquier perro de la ley.
-Sr. "Vazquez" usted tiene razón en todo lo que me dice, yo no vi el letrero y la realidad es que llevo demasiada prisa, por eso mismo salí en el coche sin pensar lo del registro, pero usted sabe que en ocasiones la urgencia por ciertas situaciones es demasiada y uno hace cosas sin pensarlo.
El policia Vazquez miró otra vez la licencia y luego la falda de ella que se había levantado un poco más, extrañamente los movimientos no calculados habían dejado ver el liguero color morado y las medias con ese encaje ceñido a sus muslos, el poli se detuvo lo suficiente como para mostrar esa languidez característica de un hombre en cuanto siente alguna clase de deseo, lo mismo puede pasar frente a un buen corte de carne, frente a la foto de un auto deportivo, frente a una navaja suiza o quizá dependiendo del hombre en cuestión se podría dar el mismo rostro cuando se encontraban un billete de 50 pesos.

-Sr. llevese mi licencia pero por favor dejeme ir ya, usted ve que no tengo tipo de ladrona de autos ni mucho menos y le digo que si cometí una infracción tan estúpida es por la prisa, sabe usted cuanto tiempo... cuanto hace que... bueno sr. simplemente voy a recoger a un amigo a la central, tiene esperandome una hora y temo que se vaya, ya ve sr. que hay amigos en la vida que uno debe volver a ver porque han quedado cosas inconclusas, ha sentido ese apremio por ver a alguién? por llevarlo a un lugar donde pueda decirle...

La cara del policia fue ampliandose hasta destacarse por la sonrisa, por la gota de sudor que surgía entre su mejilla y su labio, parecía tan divertido de pronto que cuando extendió la infracción y le dió el discurso que la dejaría en paz para continuar hasta la central de autobuses ella realmente se sintió agradecida. El resto de la historia había hecho que el Sr. Vazquez se pusiera rojo y riera sin poder evitarlo para después decirle casi con sorna que "comprendía la urgencia" pero que debía aún así darle su lección porque esas cosas no podían pasarse por alto, ninguna necesidad era tan importante como el buen manejo y el respeto a las señales de tránsito...
Ella siguió manejando hasta llegar al destino marcado por un tiempo que pareciera retornar cada vez más lento, su amigo estaba ahí de pie esperando con cara de distracción eterna y look de gitano que acaba de escapar de su propia carabana. Cuando él le dijo que estaba más hermosa de lo que recordaba y que en verdad había deseado mucho ese encuentro para explicarle por qué la última vez la había dejado esperando, ella le dijo pidiendole silencio...¿a dónde quieres ir?
-¿Te ofenderías si dijera que a un motel?
-Justo pensaba lo mismo, me habría lamentado de tener que ser yo la que temiera ofenderte.
-Ahhh ¡bella!
-¿Tienes condones?
-No...
-Me pides ir a un motel pero no traes condones...
-No creí que quisieras lo mismo.

Ella hizó una mueca de hastío y dió vuelta en la glorieta para regresar a la farmacia que acaban de pasar, se estacionó rápido y sin pegarse demasiado a la banqueta, él se bajó del auto buscando la cartera y luego voltió para preguntarle cuáles eran los que prefería.

-No sé eso es cosa tuya, los que te parezcan bien...
De camino al motel el tren se atravesó, ella tenía si apenas dos hrs más pues había dicho que estaría en una junta. Él comenzó a besarla y el deseo subió por la piel como una serpiente lista a desbordar su mano sobre cada parte de esos cuerpos que ya comenzaban a necesitar el baile, la cercanía y el reconocimiento que desde hacía tanto tiempo esperaban. Habían pasado exactamente 5 años desde aquel 16 de septiembre, cuando toda la noche fue hacer el amor y luego la conversación sobre que ella debía tomar un avión hacia España justo el 19. Él había entregado algo más que la piel esa noche y casi la hizo dudar, pero el plan ya había sido confirmado y establecido, no podría dejar de partir sólo por la llamarada de la pasión, por esa sensación de haber encontrado un amigo y amante que realmente comprendía lo más imposible de ella.
El tren por fin terminó su paso por aquella calle de la ciudad y el coche reanudó el camino, ella comenzó a contarle la aventura con el policia y él comenzó a tener un ataque de risa cuando sus palabras dijeron con tono de molestia:
-¡Carajo hace 1 año que no tengo sexo y él me detiene!
-No se diga más, ¿aún falta?

La siguiente escena que apareció en su cabeza fue la de su enojo incontrolable cuando él no logró nada, cuando después de toda su maestría para intentar levantar el fuego de su querido y entrañable amigo no funcionó ni un poco siquiera.
-No se que me pasa...esto no es... normal...
-Mala ocasión para que lo anormal suceda.
-Espera un poco, quizá es cuestión de...
-¡Ya sabes que no tengo tiempo!
Comenzó a vestirse y a sentir ese coraje de no poder decir exactamente lo que pensaba.
-Me tienes un poco intimidado, es como si no quisiera "mancillar"...
-No me vengas con esas estupideces ¡solo eso falta! que en lugar de aceptar que simplemente no puedes digas que es para mantenerme ¿"pura"? lo que necesito es una buena... tu sabes, necesitaba simplemente hacerlo contigo porque me siento segura, porque no es sexo ni amor, es... pero bueno ya que estas inhibido creo que mejor nos vamos.
Él se quedo petrificado con cara de asombro y le dijo que deseaba verla al día siguiente, que consiguiera el tiempo, que era cosa de verse sin presiones y entonces él podría responder y lograr darle todo eso que ella deseaba.
-No sé si pueda, ya veremos, vistete, se me hace tarde.
Salieron de ahí en silencio y no volvieron a verse, ella simplemente estaba harta de esa clase de indisposición, algo así como si de pronto recordase las varias ocasiones en que sus amigos o amantes se inhibian precisamente cuando ella deseaba la hicieran sentir sólo eso, solo el cuerpo en medio de un placer que no tenía que ver ni con el romance ni con el amor sino con el arrebato indistinto del deseo que busca colmarse a sí mismo.

Por fin aparecieron las casetas de cobro... ella preparó su cuota y viendo el reloj notó que llegaría justo 30 minutos tarde, así que no estaba tan mal, seguro Ruán estaría tomandose su café negro y fumando sus benson con cara de concentración absoluta y ceño fruncido... de pronto esa llegada pareció como ninguna otra, como si ese mediodía fuese lento y humedo, los callejones más largos y su búsqueda mucho más antigua de lo que le habría gustado reconocer. Cuando llegó al restaurant no le encontró, había demasiada gente y algunos miraban su vestido, sus mallas y esas botas a media pierna que tan usadas parecían.